Montserrat Fernández y Luis Miguel Rodríguez, un matrimonio de Posada de Llanera, ha sido elegido «Asturiano del mes» de enero de LA NUEVA ESPAÑA por su compromiso y su generosidad con la infancia. En los últimos siete años han alojado y cuidado en su hogar, a través del programa de acogida de menores del Gobierno del Principado, a once bebés, niños que carecen de una familia biológica capaz de hacerse cargo de sus necesidades y que sin personas como ellos estarían abocados a permanecer en un centro de acogida. Con su tiempo, su dedicación y su cariño ellos y otras setecientas familias han hecho posible el acogimiento en Asturias, una medida de protección a la que la Administración regional quiere dar un nuevo impulso y que está promoviendo desde principios de año con una intensa campaña divulgativa.
Este matrimonio llanerense recibió al primer bebé en su casa en 2004, al poco de que Cruz Roja empezase a colaborar con el Principado en su programa de acogida. Desde entonces, Montserrat Fernández y Luis Miguel Rodríguez han mecido en su cuna a once pequeños y ya están esperando por el siguiente. Con sus cuidados y sus mimos han contribuido a ofrecerles un futuro mejor al que, por nacimiento, les hubiera esperado y lo hacen con absoluto desinterés, por la única satisfacción de ayudar y ver cómo los niños salen adelante. «Nos llegan como un capullín cerrado y poco a poco vas viendo cómo se abren y florecen», explica Montserrat.
Por lo demás, son una pareja como hay tantas. Montserrat cumplió ayer 46 años, su marido tiene 48. Ella es natural de Tudela Veguín y él de Oviedo, pero hace veinte años que se establecieron en Posada de Llanera. Tienen dos hijos, de 3 y 4 años. Montserrat dejó hace años su trabajo en el comercio, quería disponer de más tiempo para compartir con su marido y se convirtió en ama de casa; Luis Miguel está empleado en una empresa como repartidor de colchones. A su cuidado tienen a la madre de Montserrat, que vive con ellos, y al padre de Luis Miguel, que aunque no reside en la misma vivienda requiere a menudo su atención. Sea como sea, en su hogar siempre hay sitio para un bebé desamparado y para cuidarlo cuentan con la ayuda de hermanos y sobrinos.
La de Montserrat y Luis Miguel es una de las familias a las que en el Instituto Asturiano de Atención Social a la Infancia, Familias y Adolescencia se refieren como de «cunas calientes». No acaba de salir un bebé cuando llega otro, las sábanas no tienen tiempo de enfriarse. En alguna ocasión, se han hecho cargo simultáneamente de dos niños. A lo largo de estos años han acumulado ropa y juguetes y están preparados para cualquier contingencia. Han cuidado bebés de entre quince días y dos años y medio, entre ellos chiquillos con síndrome de abstinencia nacidos de madres toxicómanas y víctimas de malos tratos.
Han pasado noches sin dormir, continuas visitas a los pediatras, sinsabores y, al final, el dolor de la despedida, algo con lo que cuentan de antemano, porque si algo han de tener claro las familias acogedoras es que esos niños pasarán por sus vidas de camino a otros hogares, quizá regresen con sus padres biológicos cuando estén en disposición de atenderlos o es posible que sean dados en adopción, otra medida de protección que no debe confundirse con el acogimiento.
Las familias acogedoras han de superar una valoración psicológica, una entrevista con una asistente social y completar un curso específico, al que deben asistir un par de horas semanales durante varios meses. En esas sesiones conocen a personas que ya han tenido niños en acogida y se les prepara para afrontar problemas habituales y situaciones especialmente delicadas, como la tan temida despedida. El Instituto Asturiano de Atención Social a la Infancia ofrece charlas informativas en las principales localidades asturianas.
En el Principado, actualmente, unos 150 niños esperan por una familia de acogida, una alternativa a los centros de menores. Montserrat y Luis Miguel recibieron su primer bebé antes de completar su formación y siete años después esperan ansiosos la llegada de un nuevo pequeño.
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