lunes, 12 de agosto de 2013

«El autobús te trae y te lleva cada día»

Está a seis kilómetros de Oviedo y a tiro de piedra de Tudela Veguín. Lo atraviesa el arroyo
Forniegos, que llega hasta el río Nalón: es el pueblo de Anieves. Se trata de un pequeño núcleo de viviendas unifamiliares a un lado de la carretera. Al otro lado de la vía se sitúa otro barrio, San Roque, una colonia de viviendas sociales en ampliación.
Uno de los primeros lugares que se encuentra al entrar es Casa Camacho. La cocinera, Teresa Camacho, es natural de Anieves, aunque actualmente vive en Oviedo. «Fue muy guapo, había escuelas. Ahora van a Tudela Veguín», recuerda con nostalgia. Estuvo unos años en Barcelona, pero ahora ha vuelto a reencontrarse con sus raíces, que no cambia por nada del mundo: «Un entramado de vecinos de toda la vida, agradable. Un pueblo tranquilo, con animales: vacas cerdos, cabritos, cochinillos...». El precio de la paz son los desplazamientos. Para ir al médico hay que acercarse hasta Tudela Veguín y el ocio van a buscarlo a la capital. Por suerte, indica Teresa, «el autobús te trae y te lleva cada día». Detrás de la barra se encuentra su marido, Eugenio Fernández, cuyo producto estrella es un cocido: «Posiblemente los mejores callos del mundo».
En el otro extremo del pueblo, a un paseo de la cantera, vive Carmen Arbesú, habitante de siempre de Anieves. Posee un cuidado jardín, cercano a un lavadero de 1916 que está «hecho un asco y llevamos tiempo pidiendo que lo arreglen. Es una pena, es una cosa de siempre que pienso que hay que mantener». Ella también acude frecuentemente a Oviedo, unas cuatro veces por semana, en coche o en bus: «Estás comunicada, no es como antes». Carmen cuenta que está a gusto con los vecinos y que como vive «más apartada, problemas no tienes».
Entre la casa de Carmen y la ermita de San Roque reside Leonor García. Ella fue testigo del esplendor del pueblo: «Antes había mucha gente, ahora casi no queda». Junto a su vivienda se alza un hórreo de «unos 200 años», compartido con otros vecinos. Antes había más.

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