Un viaje de apenas quince minutos en coche desde el centro
de Oviedo tomando la antigua carretera a La Felguera lleva hasta una
recogida y soleada aldea que mira desde lo alto al valle de Veguín.
Cortina es un pueblo tranquilo de apenas 30 habitantes, donde el caserío
tradicional de la zona rural, con algunos hórreos, se mezcla con
modernos chalés. Nada que ver con sus orígenes.
Una cortina es un terreno dividido en hazas o secciones
para ser cultivadas por distintas personas. Así, era el pueblo hace
muchos años: «Apenas seis casas de un solo propietario». Lo cuenta
Encarnación Arbesú Naves, una de las vecinas más añejas del pueblo. «Me
lo explicaba mi madre y el abuelo. Esto era un coto de los mismos dueños
con seis o siete vecinos», dice. Aunque luego, cuando ella era una
niña, la aldea comenzó a crecer. «Construyeron un edificio con varias
plantas y viviendas que ya se ha derrumbado. Aquí había ganado y terreno
y de eso vivíamos», explica la mujer.
Recuerda como bajaban a comprar a Anieves y los bailes que
se pegaba en uno de los bares del pueblo, ya desaparecido. «Había un
organillo, me acuerdo como si fuera hoy», asegura. Encarnación nació en
Cortina y allí se casó en la ermita de la Virgen de la Merced hace más
de 60 años. «Para mi no hay otro pueblo más guapo. Yo de aquí no me
muevo, de aquí 'pal' cementerio», garantiza, mientras su hijo Manuel
Fernández la mira. Él también ama la vida rural. Tras 15 años fuera de
su aldea natal, hace ya una década que regresó con su hija, una de los
dos niños de Cortina. «En los pueblos se trabaja mucho, pero lo haces a
tu manera, rodeado de naturaleza. Si quieres una manzana vas al árbol y
la coges y si estás estresado, vas al monte y vuelves nuevo», revela.
Lo único que le da rabia es que cada vez son menos las
personas que cuidan de la aldea. «La gente trabaja en otras cosas y los
prados quedan abandonados. Si no es por cuatro que estamos aquí, esto
desaparece», lamenta. Aún con todo, cada septiembre celebran la fiesta
de La Merced, organizada por la Asociación Cultural el Comiciu y todos
los vecinos se unen para degustar una gran fabada.
«Yo de aquí no me muevo por nada». El Comercio elcomercio.es/v/20130429/ovi… vía @elcomerciodigit
— Vecinos de Veguín (@Vecinosdeveguin) 29 de abril de 2013