lunes, 29 de abril de 2013

«Yo de aquí no me muevo por nada»

 
Un viaje de apenas quince minutos en coche desde el centro de Oviedo tomando la antigua carretera a La Felguera lleva hasta una recogida y soleada aldea que mira desde lo alto al valle de Veguín. Cortina es un pueblo tranquilo de apenas 30 habitantes, donde el caserío tradicional de la zona rural, con algunos hórreos, se mezcla con modernos chalés. Nada que ver con sus orígenes.
Una cortina es un terreno dividido en hazas o secciones para ser cultivadas por distintas personas. Así, era el pueblo hace muchos años: «Apenas seis casas de un solo propietario». Lo cuenta Encarnación Arbesú Naves, una de las vecinas más añejas del pueblo. «Me lo explicaba mi madre y el abuelo. Esto era un coto de los mismos dueños con seis o siete vecinos», dice. Aunque luego, cuando ella era una niña, la aldea comenzó a crecer. «Construyeron un edificio con varias plantas y viviendas que ya se ha derrumbado. Aquí había ganado y terreno y de eso vivíamos», explica la mujer.
Recuerda como bajaban a comprar a Anieves y los bailes que se pegaba en uno de los bares del pueblo, ya desaparecido. «Había un organillo, me acuerdo como si fuera hoy», asegura. Encarnación nació en Cortina y allí se casó en la ermita de la Virgen de la Merced hace más de 60 años. «Para mi no hay otro pueblo más guapo. Yo de aquí no me muevo, de aquí 'pal' cementerio», garantiza, mientras su hijo Manuel Fernández la mira. Él también ama la vida rural. Tras 15 años fuera de su aldea natal, hace ya una década que regresó con su hija, una de los dos niños de Cortina. «En los pueblos se trabaja mucho, pero lo haces a tu manera, rodeado de naturaleza. Si quieres una manzana vas al árbol y la coges y si estás estresado, vas al monte y vuelves nuevo», revela.
Lo único que le da rabia es que cada vez son menos las personas que cuidan de la aldea. «La gente trabaja en otras cosas y los prados quedan abandonados. Si no es por cuatro que estamos aquí, esto desaparece», lamenta. Aún con todo, cada septiembre celebran la fiesta de La Merced, organizada por la Asociación Cultural el Comiciu y todos los vecinos se unen para degustar una gran fabada.


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