lunes, 11 de junio de 2012

«Quedan cuatro vecinos»

POR IDOYA REY
Una mañana cualquiera en el pueblo de Naves se escuchan las detonaciones de una cantera que se ve a lo lejos. La tranquilidad del paraje permite diferenciar perfectamente el goteo de explosiones. No se ve a casi nadie paseando por las caleyas y los pocos que se asoman esquivan la conversación. «Es que esto ha cambiado muchísimo, aquí solo quedamos cuatro», confiesa Aurora Rodríguez que nació allí y allí se quedará. «Yo esto no lo cambio por nada», dice.
A Aurora no le importa que no haya autobus, que para ir al médico tenga desplazarse hasta el barrio de Otero, que no haya chigre o que no pueda utilizar su teléfono móvil, con la cobertura a cero en el pueblo. Ella es feliz con su huerta sus «cuatro pites» y con la compañía de su nieta Nora. «La verdad es que con la pequeña estoy muy entretenida. Si no fuera por ella no se que sería de mí».
La parroquia de Naves está situada a 7,8 kilómetros de la ciudad, y como en el caso de esta mujer, sus vecinos han vivido la mayor parte del tiempo de la ganadería y la agricultura. «Pero ahora no queda nada», insiste. Hasta el edificio de la antigua escuela del pueblo se ha vendido y hace las veces de vivienda para una familia «que vino de Barcelona».
Esta parroquia, junto a las de Agüeria, Box, Santianes y Olloniego, constituían el concejo de obispalía de Tudela, que se incorporó al de Oviedo el 29 de septiembre de 1857, por real orden de Isabel II. Pero antes, al menos una parte de Naves fue un coto que Enrique II otorgó en 1363.
Desde el sosegado pueblo se observa el alto de La Grandota, a pocos metros del núcleo rural. Allí había, según cuenta Aurora, «una mina de carbón, la de la Grandota. Ahora tenemos unas antenas muy grandes pero para radio, que aquí no tenemos ni teléfono móvil», incide. Es el punto más alto del concejo y durante la guerra civil española fue uno de los escenarios principales. Allí, en La Grandota, se atrincheraron los soldados del bando republicano que encontraron en el alto un lugar adecuado para bombardear Oviedo.
Puede que con el paso de los años, Naves se haya convertido casi en una ciudad dormitorio, un lugar donde ir los fines de semana. Sin embargo, hay un día al año en el que se llena de gente como pocas aldeas del concejo.
«Se celebran las fiestas de El Carmen. Se hacen de toda la vida y vienen muchísimas personas. Ese día el pueblo vuelve a llenarse». Los organizadores instalan una gran carpa y preparan un arroz gigante para decenas de comensales. Hay ese día una misa en la iglesia, ubicada en lo alto de una colina, allí dominando el valle del río Nalón. El templo religioso comenzó a construirse en el siglo XVIII y tiene planta de cruz latina, compuesto por una nave y una capilla a un lado. Es una estructura similar a la de muchos otros templos de la zona rural asturiana.
http://www.elcomercio.es/v/20120611/oviedo/quedan-cuatro-vecinos-20120611.html 

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